
Es posiblemente un momento adecuado para fijar los ojos en estos colectivos poco entendidos por una parte de la sociedad para darse cuenta de la importante asistencia que ofrecen en su entorno.
No es solo un economato o un banco de alimentos. Es también atención médica a inmigrantes, sin mirar que religión profesan, o la reinserción de presos o la atención especializada a niños con estimulación precoz. Y por supuesto es el mantenimiento de un amplio entramado de artesanos y de comercio gracias al cual viven cientos de familias durante todo el año, por no citar los beneficios en el sector turístico de la ciudad durante los días grandes. En definitiva, que como dijo el Papa Juan Pablo II en una de sus visitas a Sevilla las hermandades y cofradías merecen atención continuada y respeto porque son una rica realidad social. En estos tiempos de crisis es donde el papel de estos laicos comprometidos se hace más evidente. Habrá crisis económica pero no hay crisis de valores en las hermandades.